domingo, 19 de mayo de 2013

Jesús Eucaristía, centro de la vida cristiana


NOMBRE DEL PROGRAMA: Nueva Vida


TITULAR: Kimberly Kramar de González


TEMA: Jesús Eucaristía, centro de la vida cristiana


PROGRAMA # 221

TRANSMISIÓN: lunes 20 de mayo de 2013

HORARIO: 13:00 México y Colombia - 15:00 Argentina y Chile - 19:00 Europa

INVITADOS ESPECIALES: Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz, director de Animación Eucarística, Arquidiócesis Primada de México; y los cantautores Rogelio Casasola y Paola Rimada Diz.

 

 
ACCIÓN
APOYOS
TIEMPO
Bloque 1
  • Saludo y bienvenida
  • Introducción al tema
  • Oración inicial
  • Lectura de la Escritura:
  • Desarrollo del tema
 
Propósito del tema:
Descubrir las verdades sublimes desde las Sagradas Escrituras de Nuestro Señor Jesucristo, Pan de Vida Eterna, para impulsar el Amor a Dios presente en los misterios del Sacramento de la Eucaristía.
Así aprenderemos a mirar con ojos de FE y a considerar algunas sugerencias prácticas para profundizar en la adoración Eucarística, convirtiéndonos en reflejos del Amor de Dios en el mundo, a través de sus oraciones reparadoras para el Sagrado Corazón de Jesús.
Textos Bíblicos: Jn. 6, 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna y yo lo resucitaré en el ultimo día
 
Jn. 6, 29 – 36 Jesús les contestó: Lo que Dios quiere que hagan es que crean en aquel que Él ha enviado. Le preguntaron entonces: ¿qué señal puedes darnos, para que al verla te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Dios les dio a  comer pan del cielo. Jesús les contestó: les aseguro que no fue Moisés quien les dio a ustedes el pan del cielo, sino que mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo. Ellos le pidieron: Señor, danos siempre ese pan. Y Jesús les dijo: Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed.
 
·        Sacramento: señal visible
·        Da vida al mundo
·        Danos siempre de este pan – pan de cada día
·        Yo soy el pan de vida: en el Evangelio de Juan, ¿qué significa que Cristo se referencie a si mismo como el Pan de Vida?
Teaser 2’
Corte 3’
 
10’
 
Corte 3’
 
12’
CORTE
3’
Bloque 2
  • Resumen del primer bloque
  • Desarrollo del tema
  • Invitación a las llamadas
  • Recibir llamadas de los televidentes
  • Contestar preguntas y dar consejos
La figura de la Eucaristía
en el Antiguo Testamento:
 
Textos Bíblicos: Ex. 16, 4 - 5 Entonces el Señor le dijo a Moisés: Voy a hacer que les llueva comida del cielo. La gente deberá salir cada día, y recogerá solo lo necesario para ese día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no. El sexto día, cuando preparen lo que van a llevar a casa, deberán recoger el doble de lo que recogen cada día.
 
Dios da el maná:
 
Gen. 14, 18: También Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, saco pan y vino, y bendijo a Abram con estas palabras: “que te bendiga el Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra; y alabado sea el Dios altísimo que te hizo vencerá tus enemigos”
 
La ofrenda del pan y el vino de Melquisedec:
 
Gen. 22, 1 – 14 Después de algún tiempo, Dios puso a prueba la fe de Abraham. Lo llamó por su nombre, y él contestó: aquí estoy. Y Dios le dijo: toma a Isaac, tu único hijo, al que tanto amas, y vete a la tierra de Moriah. Una vez allá, ofrécelo en holocausto sobre el cerro que yo te señalare.
 
El Sacrificio de Isaac:
 
Ex.12, 13 – 15 La sangre les servirá para que ustedes señalen las casas donde se encuentren. Y así, cuando yo hiera de muerte a los egipcios, ninguno de ustedes morirá, pues veré la sangre y pasaré de largo. Este es un día que ustedes deberán recordar celebrar con una gran fiesta en honor del Señor. …Comerán pan sin levadura….
 
La Pascua:
 
La pascua Judía: se componía por dos momentos: sacrificando el cordero y comiendo la víctima.
 
En tiempos de Jesús: la pascua era un memorial no solamente del éxodo de Egipto, sino también de todas las intervenciones de Dios en la historia.
 
Lc. 22, 19 Hagan esto en memoria mia- Jesús hizo referencia a la pascua como memorial cuando instituyó la nueva Pascua.
 
El Evento en el Nuevo Testamento:
 
1 Cor. 5, 7 Porque Cristo, que es el Cordero de nuestra Pascua, fue muerto en sacrificio por nosotros. Así que debemos celebrar nuestra Pascua con sinceridad y verdad
 
La Eucaristía fue establecida en la Cruz
y en la Última Cena.
 
·        La inmolación en el Templo y la Cena Pascual
·        En el Evangelio de Juan – énfasis en el sacrificio del Cordero de Dios: (Jn. 1, 29) Miren, este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
·        En los Evangelios sinópticos – énfasis en la preparación de la cena: (Lc. 22, 11 – 13) El Maestro pregunta: ¿cuál es el cuarto donde voy a comer con mis discípulos la cena de Pascua? Él les mostrará en el piso alto un cuarto grande y arreglado. Preparen allí la cena. Ellos fueron y lo encontraron todo como Jesús se lo había dicho, y prepararon la cena de Pascua. Cuando llegó la hora, Jesús y los apóstoles se sentaron a la mesa.
24’
CORTE
3’
Bloque 3
  • Resumen de los primeros bloques
  • Desarrollo del tema
  • Recibir llamadas de los televidentes
  • Contestar preguntas y dar consejos
  • Conclusiones
  • Despedida
La Última Cena del Señor:
 
Lc. 22, 15 – 20 Jesús les dijo: ¡cuanto he querido celebrar con ustedes esta cena de Pascua antes de mi muerte! Porque les digo que no volveré a celebrarla hasta que se cumpla en el reino de Dios. Entonces tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, dijo: tomen esto y repártanlo entre ustedes; porque les digo que no volveré a beber del producto de la vid, hasta que venga el reino de Dios. Después tomó el pan en sus manos y, habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: esto es mi cuerpo, entregado a muerte a favor de ustedes. Hagan esto en memoria mia. Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre, la cual es derramada a favor de ustedes.
24’
CORTE
 
 
Escrituras para el desarrollo del tema:
·        El sacrificio de Jesús – libremente entregándose en sacrifico hasta la muerte
·        La presencia actual del Cuerpo de Cristo en el Pan y de su Sangre en el Vino
·        ¿Por qué pan y vino?
·        ¿Qué significa un “nuevo pacto”?
·        ¿Cuál es la diferencia entre la comunión de otras iglesias cristianas y la Eucaristía?
·        ¿Qué es la transubstanciación?
 
 
 
 
Escrituras para el desarrollo del tema:
El Sacramento de la Eucaristía:
 
Jn. 6, 48 – 58 Yo soy el pan que da vida. Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto, y a pesar de ello murieron; pero yo hablo del pan que baja del cielo; quien come de él, no muere. Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo. Los judíos se pusieron a discutir unos con otros: ¿Cómo puede este darnos a comer su propio cuerpo? Jesús les dijo: les aseguro que si ustedes no comen el cuerpo del Hijo del hombre y beben su sangre, no tendrán vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo resucitaré en el día último. Porque mi cuerpo es verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí, y yo vivo unido a él…
 
·        La diferencia entre la Historia y la Liturgia
·        El evento que sigue perpetuando
·        La Santa Misa renueva y celebra el evento en la Cruz
·        El evento sucedió una sola vez – el sacramento sucede todas la veces
·        Por medio del Espíritu Santo, el evento de la Cruz está presente en el Sacramento de la Eucaristía
 
La preparación para recibir el Sacramento en gracia:
 
1 Cor. 11, 23 – 31…De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada vez que comen de este pan y beben de esta copa. Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por tanto, cada uno debe examinar su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. Porque si come y bebe sin fijarse en que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe. Por esto, muchos de ustedes están enfermos y débiles, y también algunos han muerto.
 
 
 
 
Escrituras para el desarrollo del tema:
La adoración en el cielo al Cordero de Dios:
 
Textos Bíblicos: Ap. 5, 9 – 14 Y cantaban este canto nuevo: “Tu eres digno de tomar el rollo y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado; y derramando tu sangre compraste para Dios gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación… Había millones y millones de ellos, y decían con fuerte voz: ¡El Cordero que fue sacrificado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza!
 
La adoración Eucarística:
 
San Pedro Julian Eymard y sus consejos espirituales sobre la adoración:

“La adoración eucarística tiene como fin la persona divina de nuestro Señor Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento. Él está vivo, quiere que le hablemos, Él nos hablará. Y este coloquio que se establece entre el alma y el Señor es la verdadera meditación eucarística, es -precisamente- la adoración. Dichosa el alma que sabe encontrar a Jesús en la Eucaristía y en la Eucaristía todas las cosas...”.

“Que la confianza, la simplicidad y el amor los lleven a la adoración”.


“Comiencen sus adoraciones con un acto de amor y abrirán sus almas deliciosamente a la acción divina. Es por el hecho de que comienzan por ustedes mismos que se detienen en el camino. Pues, si comienzan por otra virtud y no por el amor van por un falso camino… El amor es la única puerta del corazón”.

Vean la hora de adoración que han escogido como una hora del paraíso: vayan como si fueran al cielo, al banquete divino, y esta hora será deseada, saludada con felicidad. Retengan dulcemente el deseo en su corazón. Digan: “Dentro de cuatro horas, dentro de dos horas, dentro de una hora iré a la audiencia de gracia y de amor de Nuestro Señor. Él me ha invitado, me espera, me desea”.
“Vayan a Nuestro Señor tal como son, vayan a Él con una meditación natural. Usen su propia piedad y amor antes de servirse de libros. Busquen la humildad del amor. Que un libro pío los acompañe para encauzarlos en el buen camino cuando el espíritu se vuelve pesado o cuando los sentidos se embotan, eso está bien; pero, recuerden, nuestro buen Maestro prefiere la pobreza de nuestros corazones a los más sublimes pensamientos y afecciones que pertenecen a otros”.

“El verdadero secreto del amor es olvidarse de sí mismo, como el Bautista, para exaltar y glorificar al Señor Jesús. El verdadero amor no mira lo que él da sino aquello que merece el Bienamado”.

“No querer llegarse a Nuestro Señor con la propia miseria o con la pobreza humillada es, muy a menudo, el fruto sutil del orgullo o de la impaciencia; y sin embargo, es esto que el Señor más prefiere, lo que Él ama, lo que Él bendice”.

“Como sus adoraciones son bastante imperfectas, únanlas a las adoraciones de la Santísima Virgen”.

“Se están con aridez, glorifiquen la gracia de Dios, sin la cual no pueden hacer nada; abran sus almas hacia el cielo como la flor abre su cáliz cuando se alza el sol para recibir el rocío benefactor. Y si ocurre que están en estado de tentación y de tristeza y todo los lleva a dejar la adoración bajo el pretexto de que ofenden a Dios, que lo deshonran más de lo que lo sirven, no escuchen esas tentaciones. En estos casos se trata de adorar con la adoración de combate, de fidelidad a Jesús contra ustedes mismos. No, de ninguna manera le disgustan. Ustedes alegran a Su Maestro que los contempla. Él espera nuestro homenaje de la perseverancia hasta el último minuto del tiempo que debemos consagrarle”.

Oren en cuatro tiempos: Adoración, acción de gracias, reparación, súplicas”.
“El santo Sacrificio de la Misa es la más sublime de las oraciones. Jesucristo se ofrece a su Padre, lo adora, le da gracias, lo honra y le suplica a favor de su Iglesia, de los hombres, sus hermanos y de los pobres pecadores. Esta augusta oración Jesús la continúa por su estado de víctima en la Eucaristía. Unámonos entonces a la oración de Nuestro Señor; oremos como Él por los cuatro fines del sacrificio de la Misa: esta oración reasume toda la religión y encierra los actos de todas las virtudes...”:

“1. Adoración: Si comienzan por el amor terminarán por el amor. Ofrezcan su persona a Cristo, sus acciones, su vida. Adoren al Padre por medio del Corazón eucarístico de Jesús. Él es Dios y hombre, su Salvador, su hermano, todo junto. Adoren al Padre Celestial por su Hijo, objeto de todas sus complacencias, y su adoración tendrá el valor de la de Jesús: será la suya.

2. Acción de gracias
: Es el acto de amor más dulce del alma, el más agradable a Dios; y el perfecto homenaje a su bondad infinita. La Eucaristía es, ella misma, el perfecto reconocimiento. Eucaristía quiere decir acción de gracias: Jesús da gracias al Padre por nosotros. Él es nuestro propio agradecimiento. Den gracias al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo...

3. Reparación
: por todos los pecados cometidos contra su presencia eucarística. Cuánta tristeza es para Jesús la de permanecer ignorado, abandonado, menospreciado en los sagrarios. Son pocos los cristianos que creen en su presencia real, muchos son los que lo olvidan, y todo porque Él se hizo demasiado pequeño, demasiado humilde, para ofrecernos el testimonio de su amor. Pidan perdón, hagan descender la misericordia de Dios sobre el mundo por todos los crímenes... 

4. Intercesión: súplicas
: Oren para que venga su Reino, para que todos los hombres crean en su presencia eucarística. Oren por las intenciones del mundo, por sus propias intenciones. Y concluyan su adoración con actos de amor y de adoración. El Señor en su presencia eucarística oculta su gloria, divina y corporal, para no encandilarnos y enceguecernos. Él vela su majestad para que osen ir a Él y hablarle como lo hace un amigo con su amigo; mitiga también el ardor de su Corazón y su amor por ustedes, porque sino no podrían soportar la fuerza y la ternura. No los deja ver más que su bondad, que filtra y sustrae por medio de las santas especies, como los rayos del sol a través de una ligera nube. 

El amor del Corazón se concentra; se lo encierra para hacerlo más fuerte, como el óptico que trabaja su cristal para reunir en un solo punto todo el calor y toda la luz de los rayos solares. Nuestro Señor, entonces, se comprime en el más pequeño espacio de la hostia, y como se enciende un gran incendio aplicando el fuego brillante de una lente sobre el material inflamable, así la Eucaristía hace brotar sus llamas sobre aquellos que participan en ella y los inflama de un fuego divino... Jesús dijo: «He venido a traer fuego sobre la tierra y cómo quisiera que este fuego inflamase el universo». «Y bien, este fuego divino es la Eucaristía», dice san Juan Crisóstomo. Los incendiarios de este fuego eucarístico son todos aquellos que aman a Jesús, porque el amor verdadero quiere el reino y la gloria de su Bienamado”.

La Contemplación Eucarística
Extraído de una meditación del P. Raniero Cantalamessa, La Eucaristía: nuestra santificación

Pero ¿qué significa, concretamente, hacer contemplación eucarística? En sí misma, la contemplación eucarística no es otra cosa que la capacidad, o mejor aún, el don de saber establecer un contacto de corazón a corazón con Jesús presente realmente en la Hostia y, a través de Él, elevarse hasta el Padre en el Espíritu Santo.
Todo esto, en el mayor silencio posible, tanto exterior como interior. El silencio es el esposo de la contemplación que la custodia, como José custodiaba a María. Contemplar es establecerse intuitivamente en la realidad divina (que puede ser Dios mismo, un atributo suyo o un misterio de la vida de Cristo) y gozar de su presencia. En la meditación prevalece la búsqueda de la verdad, en la contemplación, en cambio, el goce la Verdad encontrada (aquí “Verdad” está escrito con letra mayúscula, porque la contemplación tiende siempre a la persona, al todo y no a las partes).        

Los grandes maestros de espíritu han definido la contemplación como “una mirada libre, penetrante e inmóvil”, o bien como “una mirada afectiva sobre Dios”. Por eso realizaba una óptima contemplación eucarística aquel campesino de la parroquia de Ars que pasaba horas y horas inmóvil, en la iglesia, con su mirada fija en el sagrario y cuando el santo cura le preguntó por qué estaba así todo el día, respondió : “Nada, yo lo miro a él y él me mira a mí”. Esto nos dice que la contemplación cristiana nunca tiene un único sentido, ni tampoco está dirigida a la “Nada” (como sucede en ciertas religiones orientales, particularmente el budismo). Son siempre dos miradas que se encuentran: nuestra mirada sobre Dios y la mirada de Dios sobre nosotros. Si a veces se baja nuestra mirada o desaparece, nunca ocurre lo mismo con la mirada de Dios. La contemplación eucarística es reducida, en alguna ocasión, a hacerle compañía a Jesús simplemente, a estar bajo su mirada, dándole la alegría de contemplarnos a nosotros que, a pesar de ser criaturas insignificantes y pecadoras, somos sin embargo el fruto de su pasión, aquellos por los que dio su vida: “Él me mira!”. 

La contemplación eucarística no es, pues, impedida de por sí por la aridez que a veces se puede experimentar, ya sea debido a nuestra disipación o sea en cambio permitida por Dios para nuestra purificación. Basta darle a ésta un sentido, renunciando también a nuestra satisfacción derivante del fervor, para hacerle feliz a Él y decir, con palabras de Charles de Foucauld: “Tu felicidad, Jesús, me basta”; es decir, me basta que tú seas feliz. Jesús tiene a disposición la eternidad para hacernos felices a nosotros; nosotros no tenemos más que este breve espacio de tiempo para hacerle feliz a Él. ¿Cómo resignarse a perder esta oportunidad que ya nunca más volverá? A veces nuestra adoración eucarística puede parecer una pérdida de tiempo pura y simplemente, un mirar sin ver; pero, en cambio, ¡cuánto testimonio encierra! Jesús sabe que podríamos marcharnos y hacer cientos de cosas mucho más gratificantes, mientras permanecemos allí quemando nuestro tiempo, perdiéndolo “miserablemente”.  

Contemplando a Jesús en el sacramento del altar, realizamos la profecía pronunciada en el momento de la muerte de Jesús en la cruz : Mirarán al que traspasaron (Jn 19, 37). Es más, dicha contemplación es ella misma una profecía, porque anticipa lo que haremos por siempre en la Jerusalén celeste. Es la actividad más escatológica y profética que se pueda realizar en la Iglesia. Al final ya no se inmolará el Cordero, ni se comerá su carne. Esto es, cesará la consagración y la comunión; pero nunca se acabará la contemplación del Cordero inmolado por nosotros. Esto, en efecto, es lo que hacen los santos en el cielo (cfr. Ap.5, 1ss.). Cuando estamos ante el sagrario, formamos ya un único coro con la Iglesia de lo alto: ellos delante y nosotros, por decirlo así, detrás del altar; ellos en la visión, nosotros en la fe.
En el libro del Éxodo leemos que cuando Moisés bajó del monte Sinaí no sabía que la piel de su rostro se había vuelta radiante, por haber hablado con Él (Ex 34,29). Moisés no sabía ni tampoco nosotros lo sabremos (porque es bueno que sea así); pero quizás nos suceda también a nosotros que, volviendo entre los hermanos después de esos momentos, alguien vea que nuestro rostro se ha hecho radiante, porque hemos contemplado al Señor. Y éste será el más hermoso don que nosotros podremos ofrecerles..

¡Adoren ininterrumpidamente al Santísimo Sacramento del Altar!

 
Queridos hijos, adoren ininterrumpidamente al Santísimo Sacramento del Altar. Yo estoy siempre presente cuando los fieles están en adoración. En ese momento se obtienen gracias particulares (Mensaje del 15 de marzo de 1984).
 
Queridos hijos, hoy los invito a enamorarse del Santísimo Sacramento del altar. Hijitos, ¡Adórenlo en sus parroquias! Así estarán unidos al mundo entero. Jesús será su Amigo y ustedes no hablarán de Él como de alguien a quien escasamente conocen. La unión con Él será alegría para ustedes y se convertirán en testigos del amor que Jesús tiene por cada criatura. Hijitos, cuando ustedes adoran a Jesús están también cerca mío. Gracias por haber respondido a mi llamado (Mensaje del 25 de setiembre de 1995).
 
Oración final
 

 

 

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