sábado, 5 de febrero de 2011

"Corrección fraterna que agrada a Dios"

"Corrección fraterna que agrada a Dios"

Por: Kimberly Kramar

Febrero de 2010

"Si tu hermano te hace algo malo, habla con él a solas y hazle reconocer su falta. .Si no te hace caso, llama a una o dos personas más, para que toda acusación se base en el testimonio de dos o tres testigos. Si tampoco les hace caso a ellos. Díselo a la congregación; y si tampoco hace caso a la congregación, entonces  habrás de considerarlo como un pagano o como esos que cobran impuestos para Roma. 
Mateo 18, 15-17


Uno de los retos más difíciles en la vida es la tarea de la disciplina.

Parece que todos nos encantaría la posibilidad de ir por la vida sin ella. Como los niños, creo que todos recordamos el temor de ser disciplinados y la sensación de que ser corregido queda en nuestro corazón y nuestra propia imagen.

Si tuvimos la suerte, aquellos que nos habrian corregido a lo largo de nuestras vidas han sido capaces de separar nuestras acciones de nuestra persona. Si este fue el caso, habríamos aprendido la diferencia entre el bien y el mal y las consecuencias de nuestro comportamiento correcto o no.

Si fuimos afortunados, nuestros recuerdos de infancia de ser disciplinado o corregido, no  tendría que haber sido infringido dolor, daño o abuso en cualquier forma.

Pero, por desgracia, en muchas circunstancias, hemos sido maltratados y hechos sentir como tontos por cometer errores o sentirnos heridos por la forma en que fuimos corregidos.

Estos errores en disciplina han dejado su huella en nuestras vidas. Muchos de nosotros hemos crecido hasta ser perfeccionistas: temiendo la corrección. Muchos han crecido temerosos o tímidos. Muchos mantienen resentimientos profundos y se han encerrado ellos mismos en silencio o actúan con rabia. Muchos con  miedo a ser corregidos… Muchos temen la corrección otros…

Sin embargo, Dios nos enseña a aprender de él, la importancia de la corrección fraterna:

Dios nos ha hecho con mucho amor y ha demostrado su paciencia con nosotros de muchas maneras. Su deseo es que nos encontremos en la plenitud de la vida de Cristo,  a medida que maduremos como cristianos, tenemos que demuestrar este mismo amor y paciencia con los demás.
Pero ¿cómo? ¿Qué es la corrección fraterna que agrada a Dios? Aprendamos juntos del ejemplo de Dios:

Mi hijo, no desdeñan la disciplina del señor o pierdan el corazón cuando sean reprendids por él; para quienes ama el Señor, el los disciplina; él azota a cada hijo que reconoce.
Soportar sus ensayos como "disciplina"; Dios nos trata como hijos.
¿Pero a  qué "hijo" hay que no discipline su padre?
Hebreos 12, 5-7

Nuestra primera conclusión de esta escritura debe ser que Dios disciplina a sus hijos y Dios les disciplina de amor. Dios corrige a sus hijos por su propio bien

El nos disciplina durante un corto tiempo, el que le parece correcto, pero lo hace para nuestro beneficio, a fin de que podemos compartir su santidad. Al tiempo, toda  disciplina parece una causa no de alegría, solo para el dolor, pero más tarde trae el Pacífico fruto de la justicia a aquellos que son entrenados para ella.
Hebreos 12, 10-12

Entonces, ¿cómo debemos nosotros corregir unos a otros en la comunidad?

Tenemos que darnos cuenta que estamos llamados a ser usados como instrumentos de Dios.  Dios quiere hablar de vida y la paz y la santidad y el amor a través de nosotros de unos a otros, siempre motivándonos para alcanzar todo el potencial de Dios.

Realmente, esto requiere madurez cristiana. Uno debe conocer plenamente a Dios y su perfecta voluntad. Se debe ser un hombre o una mujer de oración y disciplina personal para poder realizar búsquedas en la voluntad de Dios y hablar con la verdad en la vida y las circunstancias de otros.

Sobre todo, realmente debe haber amor a sus hermanos y hermanas en Cristo y querer lo mejor para cada miembro de la comunidad. Si uno tiene la garantía de que el otro le ama y respeta, es mucho más fácil de escuchar abiertamente a su corrección. Pero si uno se siente juzgado por el otro, es muy posible que allí puedan  ser perdurables los daños como consecuencia de la corrección fraterna.

Como lo indica la escritura en St. Mateo: Jesús nos enseña que si realmente amamos unos a otros, debemos respetar a cada miembro de la comunidad. Con respeto, debemos pedir hablar con él o ella en privado, en primer lugar. Dios no quiere chismes y quiere hacer llevar todas las cuestiones a la luz a ser examinado en verdad.

Si la persona no puede o no quiere escuchar la corrección fraterna en privado, Jesús sugiere que dos o tres miembros de la Comunidad deben organizar una reunión con este miembro para presentar las pruebas contra él y analizar juntos esta conducta.

Como una sugerencia personal, siempre  he encontrado benéfico que se le solicite a la persona para fijar la hora y lugar de su preferencia para esta reunión, y es absolutamente esencial que esta reunión no tenga lugar en un contexto púbico en el orden totalmente de respetar la integridad de cada persona, y mantener absolutamente confidencial todo lo que tenga lugar en esta reunión.

Pero si la persona no está dispuesta o no  puede aceptar esta corrección, entonces deberá ser que toda la comunidad necesariamente tome parte. En cuyo caso, la Comunidad podría discernir la situación en oración y por los frutos producidos--que, desde luego, sería como medio de prueba.

Y por último, como sugiere Jesús en el Evangelio de Mateo, este miembro que no se puede corregir su comportamiento sería enviado lejos durante el tiempo necesario o invitado a abandonar la comunidad.

Se nos pide ser buenos pastores de la comunidad. Y no se  nos permitiría a lobos atacar a nuestras ovejas, no podemos permitir que la comunidad sea herida, dividida o destruida por los pocos que actúan como ovejas, y que por sus acciones están demostrando ser lobos de hecho.

Dios nos ha bendecido a  unos con otros. Estamos para ser una bendición entre nosotros y a ayudarnos unos a otros en nuestro camino a la santidad y la verdadera paz en Cristo.

Podrá seguir Dios bendiciendo  y purificando cada miembro y toda la comunidad de Nueva Vida y así nos utilice poderosamente y libremente como sus instrumentos.

En el amor de Cristo,

Kimberly

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